“El payaso es el espejo del hombre”: Federico Fellini
Opinión lunes 4, Feb 2019De la carpa a las letras
Arturo Arellano
- Desde su niñez, el director de cine italiano sintió gran admiración hacia los artistas de circo, particularmente hacia los payasos, que él reconocía como augustos, mismos que transitaban en los circos que visitaban su pueblo
Federico Fellini fue un director de cine italiano, su infancia, evocada posteriormente en películas como “Ocho y medio” y “Amarcord”, en gran parte autobiográficas, transcurrió en su ciudad natal, Rímini, donde estudió en la escuela del asilo San Vincenzo. Sus primeras grandes aficiones, antes de descubrir su pasión por el cine, fueron el dibujo y la caricatura, además de su obsesión por los payasos, que es de lo que venimos a platicar en estas líneas.
Fellini, desde su niñez, sintió gran admiración hacia los artistas de circo, particularmente hacia los payasos, que él reconocía como augustos, mismos que transitaban en los circos que visitaban su pueblo. De esta pasión de la infancia Fellini logró uno de los pseudodocumentales más reconocidos alrededor de las artes del circo “Los Clowns” y es que en este el director no sólo plasma desde su óptica su amor por los payasos, sino el terror que en algún momento le representaron y la nostalgia que le evocaron más tarde al ser la causa de emotivos recuerdos de su vida.
No es de extrañar por ello, que Fellini haga con este falso documental lo más próximo a su sentir sobre este arte, es decir, que rompió su propio formato de documental y la rigidez de su estilo para sumergirnos de forma absolutamente metarreferencial en el mundo del circo. Este filme se constituye en sí mismo como una especie de abismo en la puesta en escena, pues Fellini se vale del naciente dispositivo televisivo para convertirlo en un circo de tres pistas consciente de que, en cierto modo, la televisión es ahora el nuevo espectáculo de entretenimiento y que sus artífices, llámense guionistas, operadores de cámara, presentadores, etcétera, no son más que un elenco de artistas motivados por un único objetivo, que es ofrecer el mayor espectáculo de entretenimiento posible, tal y como se vive bajo la carpa.
Por otro lado, Fellini logra capturar en este falso documental la similitud entre los payasos de cara pintada y los payasos del día a día que según refiere, de niño podía observar actuar en un circo, pero de adulto puede verlos deambular por todas partes. Así nos presenta al vagabundo Giovannone, un simpático cortejador de campesinas; la monja enana que pasaba la mitad del tiempo en el convento y la otra en el manicomio; Giudizio, que enloquecía al ver películas de guerra y salía a pelear con su uniforme. “El mundo, y no sólo mi pueblo, está poblado de clowns”, decía y mientras rodaba “Los clowns”, se sentía capaz de capturar personajes bufonescos en las calles “Hay viejas ridículas con sombreros absurdos…melenudos con gabanes descosidos y un obispo con aspecto de momia dentro de un coche”.
“Todos somos una especie de payaso”, es lo que lanza como mensaje y es que “el payaso es el espejo del hombre y dentro de la sociedad institucionalizada, hay un lugar donde ‘los Augustos’, los raros, los diferentes, son aplaudidos. Hay un lugar donde todos tenemos nuestro payaso fragmentado”, comentaba.
Podemos definir a Fellini como un Payaso Augusto, el rebelde y visionario, uno que encontró en el cine la forma de hacerse aplaudir. Pues aquella función que presenció de niño, en un circo que arribó a su pueblo, fue el detonante que abrió su mente a interpretar el mundo de manera distinta, sabiendo que en el mundo habitaban dos tipos de payasos, en los circos por ejemplo existían los payasos festejados por el público, vitoreados por sus errores, caídas y fracasos, pero en las calles están los rechazados por el payaso cara blanca de la normativa social, esa que les juzga por las mismas razones que en el circo serían ovacionados.