El negocio de La Pasión
¬ Salvador Estrada martes 26, Mar 2019Folclor urbano
Salvador Estrada
La alcaldía de Iztapalapa y sus habitantes ya se preparan para la representación de La Pasión de Cristo, que inicia el 14 de abril, y lo hacen con anticipación, porque son miles y miles de visitantes los que desean estar ahí y ser testigos de la crucifixión.
Los pobladores de Iztapalapa ya están acostumbrados a la avalancha de turistas que les van a caer en esa semana y para no desentonar empiezan a “emperifollar” sus viviendas, a fin de ganarse un dinerito cobrando una “cooperación” por el acceso en sus azoteas o a sus ventanas.
La alcaldía, por su parte, alista a sus policías, con la intención de vigilar las vallas para que prevalezca el orden y evitar violencia, jalones y empujones y la venta de bebidas embriagantes.
Como la Pasión de Cristo es una tradición en esa alcaldía, acuden cada año vendedores de todas partes y se calcula que se instalarán en las calles aledañas al “Viacrucis” cerca de 300 tianguis, que harán “su agosto en abril”.
Pero los 150 policías que destinaron a la Semana Santa serán muy pocos para conservar el orden, por lo cual tendrán que doblar la vigilancia y pedirle el apoyo de la Policía Montada.
Y mientras en la alcaldía hacen sus cuentas, todos los tianguistas “le van a tener que entrar con su cuerno” para que puedan hacer sus ventas “legalmente”, los actores pasan “la charola” con sus familiares y amigos.
Aunque existe un patronato para apoyar la festividad de la “Semana Mayor”, sólo Dios sabe a quién apoya y quién apoya al patronato.
Cristo y la Virgen María son los actores que sufren para comprar su vestuario, porque ello representa, cambio de ropa y de pelucas, un gasto aproximado a 40 mil pesos y solamente su familia y los cuates colaboran con ellos “para estar bien vestidos”.
La alcaldía debería de cooperar con los actores, porque hasta los “soldados romanos” tienen que comprar o alquilar su ropa y como los actores son habitantes de esa demarcación, son gente humilde y trabajadora, hacen un esfuerzo y se aprietan el cinturón para cumplir con su compromiso.
Sin embargo, los días de la Semana Santa son un negocio para los vendedores y para los actores un esfuerzo para cumplir lo mejor que puedan con sus personajes y sin ganar un solo peso.
La Semana Santa ya se ha vuelto “una fiesta popular” por la cantidad de gente que acude a Iztapalapa, en donde comen tortas, tacos, tostadas, tamales o cocteles de fruta, agua o refrescos, mientras ven pasar a Cristo, sudando la gota gorda, cargando la pesada cruz de madera.
Cuando Cristo llega al Cerro de la Estrella, su última estación, está agotado, ya no puede más y lanza su último suspiro, pero es tanto el cansancio, que hace algunos años, el Cristo de ese entonces “murió” en ¡la Cruz Roja!