La espectacularidad de la transformación
¬ Edgar Gómez Flores lunes 15, Jul 2019Con mi mano izquierda…
Edgar Gómez Flores
La cuarta transformación que vive México, se ha formado a base de golpes mediáticos, más que de una certera planeación de política pública y de una visión constructiva del país en el mediano y largo plazo. Así el “riqui, riquín, canallín”, la “mafia del poder”, el “no puede haber gobierno rico con pueblo pobre”, o “la mejor política exterior es la política interior” han marcado el discurso político de esta nueva administración. Sin embargo, este estilo mediático ha alcanzado también a las renuncias de algunos funcionarios de primer nivel.
La salida del director general del IMSS, Germán Martínez, presentó la ruptura de alianzas que parecían fortalecidas después de la elección de 2018. Sin embargo, las palabras lapidarias del exdirector del IMSS denotaron las diferencias con la Secretaría de Hacienda al señalar: “Por su parte, algunos funcionarios de Hacienda intentan una remodelación cosmética del IMSS” y en otra parte de su renuncia recalcó: “…defiendo al Presidente de México… porque no es gerente de los que se creen dueños del país. No es florero de nadie…”. Este momento se vivió en los medios, como sólo un representante de esta nueva transformación podía hacerlo. Con los reflectores y a mano alzada. Como escenificando una salida de la casa del programa “Big Brother”; desde que tomó sus artículos personales, partió de su escritorio, hasta salir de la puerta de Reforma 476, en la Ciudad de México.
Estas salidas, entre otros eventos, semana a semana, nos mantienen a la fila de la butaca. Parece que este gobierno se pelea por los encabezados; tanto los políticos y económicos como los amarillistas. Así fue también la exsecretaria de medio ambiente Josefa González-Blanco Ortiz-Mena quien, en días previos, había detenido un avión en el “Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México” para poder resarcir sus 30 minutos de retraso. Justo 15 días después de que Aeroméxico fuera reconocida entre las diez mejores aerolíneas del mundo. La exsecretaria únicamente se limitó a decir: “…El verdadero cambio requiere que nadie tenga privilegios y que el beneficio de uno, así sea para cumplir con sus funciones, no esté por encima del bienestar de la mayoría.” No se escatimaron los aplausos y ovaciones al presidente de la República, por aceptar la renuncia de este comportamiento neoliberal-“impertinente”.
Ahora, en estos breves párrafos no me adentro a los rumores que, con sensacionalismo, llenaron las columnas y editoriales de diversos medios de comunicación sobre la presunta renuncia del canciller Marcelo Ebrard y del jefe de la Oficina de la Presidencia Alfonso Romo; ambos personajes cercanos del gobierno de Andrés Manuel. Sería ya un abuso de mi parte. Esto, porque el suceso de esta semana, la renuncia del secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, supera esos rumores. Nos dejó a todos con la boca abierta y con un signo de interrogación en nuestras cabezas, tanto por el contenido de la carta de renuncia, como por lo dejado meses atrás por el exsecretario.
El doctor en Economía por la Universidad de Wisconsin, después de haber declarado que “la oferta de mil 800 millones de dólares para la recompra de bonos del Fideicomiso del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) no tendrá ningún impacto en el presupuesto público para el próximo año”, resaltó en sus últimas palabras como servidor público: “Discrepancias en materia económica hubo muchas. Algunas de ellas porque en esta administración se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento”. La pregunta que me surge es: ¿La cancelación del aeropuerto formará parte de estas “decisiones de política pública”?, ¿durante cuánto tiempo un funcionario público debe soslayar sus convicciones personales? o ¿habrá sido la pérdida de poder y de decisión lo que generó la salida del Doctor Urzúa? Esta pregunta sólo tendrá respuesta en la voz o el pensamiento de este personaje. Sin embargo, la gran sorpresa de su renuncia es el discurso tan complaciente del exsecretario con las decisiones de la cuarta transformación; como lo señalado sobre el Plan Nacional de Desarrollo el cual en sus palabras “definirá la transformación del país”.
La espectacularidad de la 4T al llegar al poder se mantiene (para bien o para mal), aún en su recesión momentánea de popularidad (46.9% de aprobación). Sin embargo, mientras la competencia política sea mediática más que de logros socio-económicos nos tendremos que acostumbrar a escuchar los portazos de las dependencias de gobierno, mientras un pueblo “sabio” vigila con cautela su nuevo voto; para ser no sólo un espectador, sino un protagonista.