La corrupción y su control
¬ Edgar Gómez Flores lunes 19, Ago 2019Con mi mano izquierda…
Edgar Gómez Flores
La corrupción es un fenómeno político, económico y social que impacta a los agentes económicos y/ o sociales de los países donde se presenta. En el caso de México, la ciudadanía lo identifica como un atajo para conseguir un trámite o un beneficio.
En el caso de las empresas lo identifican como un costo hundido. Es decir, como uno de los tantos costos que tienen que cubrir y que repercutirán en el precio de venta de sus bienes o servicios que ofrecen.
Este fenómeno, el cual según cálculos de la OCDE, impacta en un 10% al PIB mexicano, es uno de los males que el presidente Andrés Manuel pretende erradicar o disminuir en los procesos públicos que ahora dirige. Sin embargo, soslaya una metodología clara que le asegure su objetivo.
Sobre esto, el fenómeno de la corrupción debe identificarse como un riesgo. Esto, porque está latente en todos los procesos administrativos que ejecuta el gobierno federal mexicano. Por lo tanto, debe atenderse con un control interno previsto, estudiado y previamente probado. Ante esto, el control interno tiene tres fases que debe considerar para ser eficaz. Un control interno debe: (1) Prevenir que el riesgo de corrupción no se materialice; (2) Debe detectar cualquier desviación de los ejecutores de los procesos administrativos, y (3) Corregir aquellos procesos que violaron las normas o salieron de parámetros razonables.
Estos tres pasos, en términos administrativos, debieran referirse a las leyes, reglamentos y sistemas de información con los que cuenta el gobierno para llevar a cabo sus actividades. Sin embargo, cuando las normas parecen ser dictadas desde las conferencias mañaneras del Presidente, el control interno que previene riesgos de corrupción parece ser endeble, cuando es en esta etapa donde la corrupción puede erradicarse en un 70%. Como ejemplo, podemos señalar que se inicien proyectos que no tienen una Medición de Impacto Ambiental, no se cuenta con las aceptaciones de las comunidades afectadas, o simplemente no se cuenta con los dictámenes técnicos que hagan viable técnica y económicamente un proyecto de infraestructura. Así, la prevención del control interno se basan en las intenciones de un “buen hombre” y en la cartilla moral que pretende regular el actuar de las personas.
Por otro lado, sobre la detección de riesgos de corrupción, vemos que el nuevo gobierno tiene la información, pero no la usa. El 74% de los contratos del gobierno se adjudican directamente sin una licitación previa. Estos datos propician un ambiente de control, donde la corrupción se empieza a sentir cómoda. Pero, la 4T considera que con la buena voluntad de un gobierno de cambio, la corrupción saldrá por la puerta de atrás.
Por último, con relación a la corrección, es donde el gobierno se ha concentrado. Es decir, en la etapa de control donde únicamente se puede reducir la corrupción en un 10%. La noticia de la semana de la prisión preventiva a la anterior titular de Sedesol, Rosario Robles, parece ser la forma como el gobierno pretende erradicar la corrupción. Castigar al 10% de los corruptos que pueda identificar como tales. Empero, dejará un sistema endeble para identificar corrupción en los procesos administrativos, en las adjudicaciones directas y en general en un gobierno que pretende que la buena voluntad controle los malos hábitos.
En los primeros nueve meses del gobierno de la “cuarta transformación” el Presidente se ha concentrado en el combate a la corrupción como el gran agente de cambio. Este combate, según la 4T, generará confianza en los mercados financieros, apoyará el crecimiento del PIB, incrementará el salario y dará mayor bienestar social. De todo esto, coincido con el fin. Generar un México equitativo, donde el presupuesto público tenga un uso razonable. Sin embargo, si no se cuenta con una metodología integral. Seguramente veremos unos cuantos personajes pagando sus culpas y una gran parte del presupuesto pasando de la mano derecha a la izquierda.