El sentimiento de la nación
¬ Edgar Gómez Flores martes 17, Sep 2019Con mi mano izquierda…
Edgar Gómez Flores
A 209 años del inicio de la lucha de Independencia, México se encuentra nuevamente enfrentado con su realidad. Y, cuando digo México, no hablo del pueblo o la nación abstracta, hablo de la gente que lo conformamos, de los trabajadores, que día a día salimos a buscar un salario para mantener a nuestras familias, hablo de los estudiantes que salimos por la madrugada a encontrar conocimientos que nos pongan a la altura tecnológica e intelectual de los japoneses, los alemanes o estadounidenses; me refiero también, con énfasis, en los millones de mexicanos que no han visto el beneficio de ninguna de las tres transformaciones previas identificadas por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Los más de 50 millones de pobres que tiene y mantiene este país, no han visto la Independencia de México, no recibieron beneficio alguno de la Constitución de 1857, ni de la separación de la Iglesia– Estado. Es más, se encomiendan a Dios como su última opción de esperanza, una vez que el Estado mexicano los ha abandonado. Y de forma más reciente, nunca les hizo justicia la Revolución y los postulados de la Constitución de 1917 se vuelven letra muerta cuando hay hambre, cuando no hay educación, cuando la globalización es un mito para alguien que tarda dos horas en llegar a una clínica o una escuela rural o que en una ciudad su salario no alcanza para pagar una alimentación básica.
Los indígenas mexicanos y los criollos, que vivieron la Independencia en el siglo XIX, buscaron abandonar la esclavitud de unos y el sometimiento económico y político de los otros, en manos de la corona española. Asimismo, los políticos mexicanos, de mediados del siglo XIX, intentaron dar forma a la patria, al arrebatar a los clérigos algunas canonjías políticas, culturales y económicas, que no permitían formar un Estado independiente de los poderes fácticos, tanto nacionales como venidos de fuera del territorio nacional. Sin embargo, terminó el siglo con una dictadura que volvió a confrontar al país.
El presidente Porfirio Díaz, quien era reconocido como héroe nacional, no logró reducir la pobreza de nuestra gente. Pero sí generó desarrollo económico, en materia de ferrocarriles, electricidad, la industria textil y el desarrollo urbano de las ciudades mexicanas. En pocas palabras, se concentró en el desarrollo y no en la distribución. Así, su proyecto político concluyó con su exilio y dio inicio a una lucha nacional por tomar el poder, la cual concluyó con dos grandes eventos: la Constitución de 1917 y el nacimiento de un aglutinador político; el Partido Nacional Revolucionario (ahora el Partido Rrevolucionario Institucional – PRI)
Ahora, 209 años después de la lucha de Independencia y 102 años después de la promulgación de la Constitución, que aún nos rige, poco menos del 50% de la población vive en extrema pobreza. Es decir, no se ha beneficiado de ninguna decisión tomada en el pasado y no es que sean personas transformadas en pobres; son personas que fueron pobres, son pobres y tienen una expectativa de seguirlo siendo. Por ahora, el primer mandatario mexicano, ha propuesto, entre otras estrategias, que regalando dinero de una “forma universal” se dará solución inmediata, a la pobreza de nuestro país, durante la cuarta transformación. Asimismo, considera que el cambio de manos, de las decisiones morales (antes los católicos, hoy los evangelistas) permitirá que el actuar de la población y de los servidores públicos se transforme en una especie de purificación que elimine la corrupción y la violencia de nuestra convivencia colectiva.
Ante todo esto, el Presidente de México, se paró ante los mexicanos en el Palacio Nacional el pasado domingo 15 de septiembre y dio el Grito de Independencia hacia el pueblo de México con diferentes manifestaciones; hacia la democracia, los pueblos indígenas, la libertad, la justicia y los héroes anónimos. Sin embargo, los millones de mexicanos que viven en pobreza hasta nuestros días, quienes no esperan nada de alguien, quienes reconocen a estas manifestaciones como una verborrea más, seguirán sentados, esperando que, ahora sí, una Quinta Transformación, piense en el desarrollo y en su bienestar, trabaje para los liberales y conservadores y de una buena vez dejen de existir los “fifís” y los “chairos” del estereotipo social. Si logramos esto, ahora sí podremos asegurar que México… Viva por siempre.