Exaltación obsequiosa
Freddy Sánchez jueves 26, Sep 2019Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Por favor señores y señoras, empeñosos críticos o alabadores, (expuestos a la obnubilación), justo será que se guarden sus rispideces desenfrenadas y sus exageradas complacencias en pos de fustigar o apoyar la “Cuarta Trasformación”.
Porque tanto extremismo pasional nos está poniendo al borde del abismo de la desunión y confrontación ciudadana.
Ya nada más falta que como los grupos delictivos, unos y otros con premisas diferentes, pretendan mitigar su rabia discursiva saliendo a matar a balazos a los que opinan de manera distinta.
Algo así como las bestias enardecidas que se afanan en “despellejarse” unas a otras.
Moderación y prudencia pues, es indispensable en lo individual para justipreciar lo que se está haciendo desde el gobierno y las cámaras legislativas, con una muy distinta óptica de como se hicieron antes las cosas, sin que eso nos deba llevar a contrapuntos irreconciliables y confrontativos incitados por la irracionalidad de los que no se someten dócilmente a los juicios de parecer de una u otra parte con posturas opuestas.
Algo sencillamente indefendible considerando que el derecho a discrepar contribuye a mejorar lo que es perfectible y todo lo es, lo ha sido siempre y nunca dejará de serlo.
Por lo mismo, no se puede afirmar que todo lo pasado estuvo mal ni todo lo presente está bien.
Si algo es aplicable para lo que nos ocupa es aquello de que nada es absoluto sino todo relativo y más en los asuntos de gobierno.
En ese tenor, es innegable, naturalmente, que en el pasado se cometieron abusos del poder para favorecer la acumulación de riquezas entre políticos deshonestos.
Negarlo sería caer en un error, exactamente igual que afirmar que desviaciones como esas, en el presente, de ninguna manera pudieran estar ocurriendo ni ocurrirán a lo largo de la presente administración sexenal.
Eso de que hubo muchos malandrines encaramados en el poder en tiempos de la tecnocracia, nadie puede contradecirlo, aunque lo conducente sería reclamar en todo caso que no se generalice, sino que se indicie a los responsables, se los lleve a juicio penal, se los encarcele y se les decomisen las fortunas mal habidas que por sí o interpósita persona hayan acumulado durante la era tecnocrática corrupta en el país.
Tal cosa sería tan admirable y reconocida, como que cada denuncia por corrupción que se haga en este tiempo, no sólo se investigue imparcialmente, sino que a la par se trasparente cada paso de las indagatorias para que la sociedad conozca y reconozca que no únicamente la corrupción del pasado sino el más mínimo viso de una actual, será objeto de acciones sancionatorias implacables.
Eso sería el equivalente a gobernar con el ejemplo. Y por lo mismo, es de desear que los programas gubernamentales en curso a favor de los que menos tienen, como es el caso de “Jóvenes Construyendo el Futuro”, los apoyos financieros para el campesino y demás aportaciones económicas institucionales a estudiantes y las personas de la tercera edad, entre otros, cuenten con la más amplia y detallada información a disposición de cualquier persona física o moral e institución social, que desee auditar su correcta aplicación y así poder comprobar que en ninguna de estas acciones de gobierno se está incurriendo en infames corruptelas del pasado.
Andrés Manuel lo dice y lo repite constantemente: “no somos iguales”.
Y no hay por qué dudar que nos esté hablando con la verdad como es obvio que pocas veces lo hicieron sus antecesores enarbolando la misma bandera de estar trabajando honestamente para el bien común.
Una certeza que debe sustentarse con información veraz, a fin de desvirtuar las críticas de aquellos a los que nada de lo que se hace les parece positivo y encomiable, a diferencia de esa otra óptica de quienes todo lo ven más que perfecto, cayendo en el extremo de las exaltaciones obsequiosas.