La propina
¬ José Antonio López Sosa miércoles 18, Dic 2019Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
El fin de semana pasado, conversando con un buen cantinero en la Ciudad de México, me di cuenta de la complejidad que la “propina” tiene en nuestra sociedad. Leyendo un poco sobre el tema, es una forma cultural de occidente, particularmente fomentada por la sociedad del nuevo mundo (anglosajona principalmente) con la cual se retribuye a quien nos sirve como agradecimiento a su buena atención; en la antigüedad no era estrictamente económica dicha retribución y con el paso de los siglos fue degenerando o generando (desde el punto de vista del que se quiera ver) la cultura de la propina en el siglo XX y principios del siglo XXI.
Es común dar propina en el bar, en el restaurante, en la disco, en la peluquería, al lavador de autos, al que cuida el coche, y puedo seguir poniendo una infinita lista de lugares en los cuales incluso se maneja un porcentaje (del 10 al 15%) para darla. También he escuchado de las dramáticas (y verdaderas en muchos casos) historias de meseros que juntan sus propinas para repartirlas entre todos, y en caso de que un cliente no les deje, se los descuentan del reparto general; o las crueles realidades cuando alguien no deja propina en un bar y es perseguido por el mesero hasta la entrada del mismo exigiendo la propina y en la cantidad indicada.
La pregunta que me formulo es la siguiente, ¿No es obligación de quien nos provee el servicio (comida, bebidas, etc.) dar un pago justo a sus empleados por atender a la clientela?, se que algunos creerán que es demasiado irreal, pero analícenlo a fondo, ¿No obtienen los empresarios o dueños suficientes recursos en un bar, en una disco o en un restaurante para cubrir sueldos competitivos de sus empleados?, y al mismo tiempo pienso que sucedería si todos pidiéramos propinas por nuestro trabajo, ¿Qué sucedería?, suena irrisorio y de mal gusto, pero es una realidad. Sé que algunos (sobre todo funcionarios públicos) lo hacen pero están fuera de la ley, en cambio un mesero puede hacerlo dentro del marco jurídico, y no es culpa del mesero, es culpa de nosotros mismos por tolerar este sistema de servicio con costo adicional del 10 o 15% y no exigir que el proveedor del servicio sea quien otorgue salarios justos al empleado (no tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre). La propina nace como una gratificación al buen servicio y para mi gusto ha degenerado en una obligación tácita contraída automáticamente al visitar algún lugar, podría llamarlo “propinable”.
Si miramos a nuestro alrededor, cada día son más los lugares “propinables” y el nivel de exigencia en los mismos, y por saber del tabulador salarial de quienes atienden, continuamos con esta viciosa tradición.
Ahora bien, ¿Cuál puede ser una solución viable?, al parecer en nuestro sistema económico y social, ninguna por ahora.
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