Mensaje de buena voluntad
¬ Mauro Benites G. miércoles 18, Dic 2019Municiones
Mauro Benites G.
En víspera de la Navidad y el inicio del año 2020, en un mundo convulsionado y brutalmente violento, emerge la figura añorada de Cristo y es que, es deslumbrante, descomunal, formidable, el hecho de que la figura de Cristo domine, a 500 años de Copérnico y Galileo, a menos tiempos de ¡Voltaire!, Freud, Marx y Einstein, el espacio del sentimiento humano y comparta la del pensamiento con Sócrates, Platón y Aristóteles, los tres antiguos más que Cristo, anteriores, por lo tanto al descubrimiento de las grandes verdades que destruyeron la visión del mundo de los profetas, de las religiones, pulverizaron la escolástica y pusieron al mundo en el camino de la verdadera filosofía de mano de las ciencias.
Para nosotros, antes del día 24 empezamos a celebrar en todo el mundo, esta vez es cierto que se trata de todo el mundo -aun en países en donde otras religiones dominan- la Navidad, el nacimiento de Jesucristo, que es el personaje más importante de la historia de la humanidad. Ni los grandes conquistadores- Aníbal, Alejandro, César, Napoleón- ni los primeros pensadores- Sócrates, Aristóteles, Newton-, ni siquiera los primeros científicos que ha dado la humanidad, desde Pitágoras hasta Einstein, o los más famosos médicos -Hipócrates o Freud- han significado apenas nada, junto a la total validez, de por siempre, de lo que hizo y dijo el hombre, para mi, Cristo es un hombre, que jamás poseyó un arma, ni poseyó nada en realidad, que cubierto con una túnica desgarrada, los pies descalzos, habló su primer mensaje para algunos hombres de un pequeño país del imperio romano. Pues era bueno, sobre todo y sobre todos, pues era el pobre entre los pobres, careció de todo instrumento de resonancia de su doctrina, formidablemente sencilla: “Ama a tu prójimo como a tí mismo”. Aquellas palabras pronunciadas bajo el mandato de Cesar el emperador romano y en una época de intensa brutalidad en el trato entre los hombres, no fueron oídas por muchos, pero sí leídas o escuchadas gracias a Saulo de Tarso, que se había de convertir en Santo Tomás en el camino de Damasco y dejó para todos los tiempos la receta infalible de la propaganda: “haz lo que dices.”
Jesús Cristo: Su ejemplo es maravilloso porque no hay en él nada sobrenatural, a mi particular punto de vista. Es hijo del pueblo, y de Dios y el más tremendo guerrero imaginable porque sus armas fueron su infinita bondad, su inmensa sabiduría, su incomparable valor cuando puso la lección de su vida y de su muerte, la más maravillosa de las muertes, al servicio de la humanidad.
Desde entonces, la historia humana quedó dividida en dos y un ajusticiado de todos los días (en la cruz) fue convirtiéndose con el tiempo en la regla y en el faro de la humanidad. No dudo en absoluto, que su mensaje, aun sin la Iglesia católica, se adueñaría de la mente y del corazón de la humanidad porque era precisamente el más auténtico y noble, y el que salva definitivamente a nuestro género humano, que en este siglo XXI ha dado y sigue dando, espectáculos más horrendos y ha producido hombres, que en un mundo donde vivió y murió Cristo, no deberían de existir.
Ahora más que nunca con el corazón y la mente este comentarista les desea.
¡PAZ EN LA TIERRA A LA GENTE DE BUENA VOLUNTAD!