Lozoya, detenido
Armando Ríos Ruiz viernes 14, Feb 2020Perfiles de México
Armando Ríos Ruiz
El martes en la noche se supo que Emilio Lozoya Austin, ex director de Pemex, había sido detenido por la comisión de diversos delitos. Al día siguiente, sólo faltó una fiesta en Palacio Nacional para festejar la captura. El regocijo fue inocultable y las expresiones en contra brotaron por los poros de la piel, en la conferencia de cada día.
Se percibe la intención de hacerlo aparecer como el ícono de la corrupción del sexenio pasado, no obstante que el grueso de la población intuyó siempre que Peña Nieto estaba más preocupado por ordenar a sus funcionarios que idearan formas complejas de obtener dinero, para que no se notara, que en realizar su función.
Parece que ahora, la idea es magnificar la aprehensión de Lozoya, para minimizar la del verdadero, o de los verdaderos artífices de las prácticas que se ejercitaron con la empresa Odebrecht y con la compra de otras. Parece que el propósito es hacer demasiado ruido, para que los mexicanos creamos que el pez más gordo ya fue detenido.
Noticias como estas hacen bailar de gusto a los fieles del Presidente. Como decía mi cuñada: “esos no saben qué podría haber detrás. No son capaces de razonar que hay peces verdaderamente grandes. No se dan el lujo de dudar un ápice de quien opina en contra, porque éste es el dueño de la verdad absoluta y dudar de él es como dudar de Dios”.
Aunque para los desconfiados, que ya suman muchos porque un año de gobierno de la 4T ha sido la mejor escuela para aprender a desconfiar o a ver la realidad detrás de la cortina que se pretende esparcir ante los ojos de los mexicanos, algo malo viene y la noticia es sólo el distractor.
Hace tiempo que el primer mandatario ha esgrimido que a Peña Nieto no se le va a cuestionar; no se le va a molestar; no se le va a detener, porque eso desestabilizaría al país. En la matutina de ayer negó que existiera un pacto con el expresidente, pero se opone a que sea enjuiciado. Eso dañaría a México.
¿Por qué la detención de una persona, por Presidente que haya sido de un país, desestabilizaría? Es un argumento que nadie puede entender. Sobre todo, cuando los mexicanos, incluidos los chairos, aplaudirían a rabiar la detención y enjuiciamiento de un mandamás, cuya misión parece haber sido planeada sólo para apoderarse de todo lo que brillara y tuviera algún valor.
¿Por qué Perú no se desestabilizó con la detención de Fujimori y Brasil con la aprehensión de Lula? ¿No suena hueco ese argumento? En muchos países del mundo, los ex presidentes han sido encarcelados por cometer actos de corrupción y no se ha desestabilizado ninguno. El argumento que ofrece nuestro mandatario es demasiado pobre, falto de ingenio e increíble.
Sur Park Geum-hye ex presidenta de Corea del sur, fue condenada hace dos años, a 24 de prisión, por corrupción y abuso de poder y ese país no se desestabilizó un milímetro. Hay muchísimos casos.
Tiene razón el abogado Javier Coello Trejo, defensor de Lozoya, desde el año pasado, que demandó que el ex Presidente y otros de su gabinete comparecieran a declarar sobre los diversos casos que han atribuido sólo al ex director de Pemex. Tiene razón ahora, cuando asevera que su defendido no se manejaba solo.
Por su parte, el Presidente manifestó en su conferencia, que “no se debe dar tregua a la corrupción”. Que siempre ha sostenido que “nada ha dañado más a México que la deshonestidad de los gobernantes”
Es cierto y hay que aplaudirle. Entonces, ahí tiene a uno que ha sido señalado abundantemente de ser el campeón de campeones en el arte de disponer de numerario a manos llenas; de poner a trabajar a sus funcionarios para él; de ser el verdadero símbolo de la corrupción en México; de “no tener llenadera”, parafraseándolo.
Dijo: “no vamos a ceder en nada. Cero corrupción. Cero impunidad”. Pues entonces a buscar al ex presidente y a quienes lo acompañaron en su cruzada contra la decencia, el sexenio anterior.