Dos enfermos
Alberto Vieyra G. domingo 7, Jun 2020De pe a pa
Alberto Vieyra G.
El 16 de octubre de 1909 se inauguraría la era de verse las caras frente a frente entre los presidentes de México y Estados Unidos, una era llena de simbolismos políticos y de una supuesta amistad. La primera reunión ocurriría en el Paso Texas y Ciudad Juárez, el mismo día entre el archicondecorado Porfirio de la Cruz Díaz Mori y William Taft.
Desde entonces, han ocurrido 40 encuentros entre los presidentes de México y Estados Unidos. Los más notables han sido:
En abril de 1943, en Monterrey Manuel Ávila Camacho recibiría a Franklin D. Roosevelt.
En marzo de 1947, Harry S. Truman fue el primer presidente norteamericano en visitar la Ciudad de México, donde se reunió con Miguel Alemán.
En octubre de 1953, Adolfo Ruíz Cortines y Dwight Eisenhower serían testigos de honor de la inauguración de la Presa Falcón, en Tamaulipas.
Del 29 de junio al 1 de julio de 1962, el presidente López Mateos recibió en la Ciudad de México a John F. Kennedy. Aún se cuenta aquella anécdota que decía que cuando López Mateos le dio la bienvenida a Kennedy, éste le elogio un lujoso reloj que portaba en la muñeca. López Mateos se vería obligado a obsequiarle dicho reloj a Kennedy. Se añade que, por la noche, a la hora de la cena de honor, López Mateos que tenía fama de mujeriego le dijo al presidente norteamericano “¡Qué hermosa está su esposa, la señora Jacqueline!”, Kennedy entendería la jiribilla y se cuenta que en ese momento le devolvió su fino reloj.
Dos años después, en septiembre de 1964, en El Chamizal, el presidente López Mateos se reunió con Lyndon B. Johnson. En ese mismo lugar, pero en 1967, Gustavo Díaz Ordaz recibiría por parte de Lyndon B. Johnson el pequeño territorio de El Chamizal, del cual se había adueñado Estados Unidos, desde 1848.
En fin, que la historia de los encuentros y desencuentros entre los papas fritas de México y los de Estados Unidos llevaría para escribir varios libros, pero no es este el propósito, sino de decir que en julio próximo podrían verse las caras dos enfermos mentales, o al menos enfermos de poder como lo son Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador, según ellos para celebrar el refrendo del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá (TEC-MEC) y patentizarse su amistad de amigochos, por aquello de que Donald Trump pregona y pregona que AMLO es su amigo, que se llevan muy bien, que se “pasan el chicle” y que como parte de esa entrañable amistad, AMLO le conformó la Guardia Nacional que se convirtió en el muro de Trump para contener la migración centroamericana en el Estado de Chiapas.
¿Donald Trump, amigo? No, ni Donald Trump ni ningún otro presidente norteamericano tienen amigos, sólo intereses y esos intereses norteamericanos los defienden a capa y espada, aquí y en China, lo demás es sometimiento de mandatarios a los designios de los halcones de Washington.
De llevarse a cabo ese emblemático encuentro, ocurrirá en los momentos más desgraciados para AMLO y Donald Trump, ambos vapuleados por el infame trato criminal que han dado a la pandemia del coronavirus que les ha valido el desplome de su popularidad a niveles escandalosos. En ambos casos, se pide ya su destitución. No hay duda que la bestia trumpiana ya chupó faros rumbo a la elección presidencial en EU; mientras en México, el partido del Presidente estaría “chiras pelas” en las elecciones federales de 2021.
Pero, además, la supuesta amistad entre Donald Trump y AMLO no les gusta nadita de nada a los demócratas en Estados Unidos y en caso de que Joe Biden, que ya tiene una ventaja de más de 10 puntos sobre Donald Trump, llegue a La Casa Blanca, entonces AMLO tendrá que lidiar no sólo con los conservadores de acá, sino también con los rabiosos conservadores de allá. Todo indica que AMLO está cabeceando para dónde va el golpe.