La economía, la seguridad y la salud
¬ Edgar Gómez Flores martes 4, Ago 2020Con mi mano izquierda…
Edgar Gómez Flores
En los próximos meses veremos el inicio de la verdadera crisis mexicana. La más importante que nuestro país haya visto después de la Revolución Mexicana. La disyuntiva de las personas y del gobierno de México será la priorización de las problemáticas: reactivar la economía, controlar la seguridad o dar salud a las familias que se encuentran amenzadas por la pandemia de Covid-19. Sobre esto último, parece que la pandemia, en el mundo, empezará una segunda etapa de rebrotes y confinamientos. Sin embargo, México todavía no llega a su cúspide para decir que estamos ante rebrotes. Por lo que se puede prever un segundo semestre en colapso también (el segundo trimestre tuvo una caida cercana al 18%)
¿Cómo nos reconfiguraremos las familias para soportar esta crisis?. Primero, reduciremos el gasto familiar al mínimo. Es decir alejaremos el gasto superfluo o enfocado en la recración, segundo buscaremos (y estoy seguro encontraremos) nuestro principal valor en la economía (podemos mantener nuestro empleo o iniciar alguna actividad que nos permita generar ingresos extraordinarios) y tercero y muy importante debemos alejarnos del discurso y la inercia política. ¿de qué nos sirve escuchar si el avión presidencial se rifa o no, de qué nos sirve tener enfrente el show Lozoya, que está más motivado en una elección prematura 2021 que en la búsqueda de la justicia para el saqueado pueblo mexicano, de qué nos sirve estar atento a las detenciones de los cárteles de la drogas?; si tenemos un sistema de salud endeble, una economía en plena caída y un sistema judicial (incluyendo las fiscalías estatales y la federal) totalmente vendidas al crimen, tanto el organizado como el desorganizado.
Por nuestra cuentra buscaremos nuestro sustento, por nuestra cuenta cuidaremos de nuestras familias, por nuestra cuentra trataremos que nuestras niñas y niños inicien un ciclo escolar y por nuestra cuenta trataremos de consolar a toda una generación de niños, adolescentes, adultos y ancianos que iniciarán una historia cíclica para defender su patrimonio de los bancos, de los recaudadores de impuestos y de los políticos saqueadores que sentirán que esta pandemia les cayó como anillo al dedo.
Presiento que quedará un aire de nostalgia después de esto. Nosotros, los vivientes y sufrientes de la Ciudad de México hemos vivido los estragos de los terremotos, los de 1985 y los de 2017; sin embargo, ahora tenemos una gran diferencia; los terremotos duran dos minutos, destrozan comercios, viviendas y vías públicas. Después, inicia la reconstrucción. Ahora, el final no será tan marcado. Quizás inferiremos que esto ha pasado, con el latente miedo de otro rebrote o, cuando existan vacunas, de otro virus.
Aprenderemos a vivir con la melancolía de la muerte cerca, con la ausencia de un futuro prometedor esperando a otra generación y de un circo puesto en escena con gobernantes que cuentan chistes en los velorios, que mastican con la boca abierta en las celebraciones litúrgicas y que hablan en voz alta en las salas de espera en los hospitales. Quizás nos dé tiempo de cambiar de rumbo, quizás nos quedemos en el camino con un paso aletargado que nos haga regresar a lo que Octavio Paz llamó, el Laberinto de la Soledad, donde de nuevo sentiremos el abandono de nuestro origen.
El futuro es incierto; pero el pasado no. Aprendamos de él.