Democracia creíble
Freddy Sánchez jueves 20, Ago 2020Precios y desprecios
Freddy Sánchez
En la lucha por el poder en México es probable que la democracia como el equivalente al gobierno del pueblo, sean un gran mito, pero no lo es todo el tiempo, ni irremisiblemente.
Porque no debe haber duda alguna, en relación con el ejercicio pleno de la voluntad popular, en materia electoral, cada que se celebra una elección en el país.
Los ciudadanos con derecho a voto, que desean convertirse en indicadores de la ruta a seguir en plazos de tres y seis años en México, inequívocamente, lo han podido hacer en varios sexenios de ejercicio democrático.
Por eso habría que decir que la democracia en nuestro país, no fue la misma a partir de la creación de lo que fuera el Instituto Federal Electoral y lo que es en la actualidad el Instituto Nacional Electoral.
Esa dupla de IFE-INE logró cambiar el régimen político nacional, sustentado en la misma democracia, que antes estaba infestada de vicios para que los gobernantes y funcionarios, provenientes del PRI y sus “paleros” partidistas, se las pudieran ingeniar con un sinnúmeros de triquiñuelas y así manipular la voluntad de los electores con el reparto de dádivas, además de poder echar mano de órganos oficiales encargados del conteo de los votos, a efecto de modificar resultados electorales, que no fueran los primordialmente deseados por partido en el gobierno.
De esos tramposos alardes de manipulación política afiliatoria de adeptos comprados para votar por el PRI-gobierno, los habitantes de este país tuvimos repetidas constancias por parte del aplastante partido único en el mando nacional.
La vergüenza de ganar siempre, a los priistas los indujo a “inventarse” una oposición con partidos satélites que pudieran aparentan ser una legítima oposición, aunque en la práctica comúnmente su propósito principal era restarle poder a los verdaderos opositores del priismo.
Una izquierda de bajo perfil y casi nula penetración social junto al Partido Acción Nacional, fueron los únicos rivales que enfrentó en las urnas el PRI durante más de medio siglo. Y hay que decirlo, porque así es, con la presencia del IFE todo cambió radicalmente.
Por un lado, el priismo comenzó a perder influencia social debido al hartazgo social creciente, lo que obligó a este instituto político de rancio abolengo electoral a reconocerle triunfos al panismo, en ciertos casos supuestamente concertados con el propio Revolucionario Institucional.
Aunque, por otro lado, gracias a que al tenerse un Instituto Federal Electoral ciudadanizado, le resultó prácticamente imposible al priismo recurrir a manipulaciones en el conteo de los votos.
El hecho entonces de que ningún órgano burocrático pueda “meter las manos” el día de las elecciones, es lo que hace menos probable una engañifa contra la democracia en el país.
Y es que entre más lejos se ubique el control electoral de los típicos afanes mezquinos de la política en las sucesiones del poder y la nominación de representantes populares, menos opciones de “torcer” el rumbo de la democracia tendrán los grupos políticos partidistas en el país.
En los tiempos que corren con el Instituto Nacional Electoral, a pesar de las suspicacias fundadas o artificiales que se hacen circular en el ámbito político, respecto a influjos ajenos a la democracia, que aparentemente podrían hacerse presentes en las futuras elecciones, lo único cierto es que la historia de un pasado corrupto en el rubro electoral, con la participación de autoridades, obliga a ser precavidos y demandar por ello que permanezca en manos ciudadanas el control del INE.
El derecho que al menos en una elección tiene la sociedad para que con el voto de la mayoría se designe a las autoridades que inspiren mayor confianza o menos desconfianza, (lo más cercano posible al gobierno del pueblo), es necesario mantenerlo intacto. Porque si bien puede ser imposible llegar a tener en México una democracia puntual, libre de manoseos y absolutamente perfecta, por lo menos debemos procurarnos una democracia creíble.