Clientelismo electoral
Freddy Sánchez martes 23, Feb 2021Precios y desprecios
Freddy Sánchez
“Frijol con gorgojo”…
Se antoja difícil creer que en los actuales tiempos, (lo que Andrés Manuel aseguraba que el PRI regalaba entre la gente para ganarse votantes), pudiera comprometer la voluntad electoral de ciertos grupos sociales.
Aunque, dados los sucesos en la economía que le han “pegado con tubo” al bienestar familiar entre personas de por sí desfavorecidas por sus deplorables condiciones de vida, (algunos de plano rayando en la pobreza extrema), no sería de extrañar que por “tortillas duras”, (cualquier alimento que espante el hambre), se pudiera engatusar a futuros apoyadores de uno u otro partido político.
Ahora que, lo indudable es que en los siguientes meses, en virtud a las campañas políticas que precederán a la contienda de medio sexenio, con la renovación de la Cámara de Diputados federal, diversas gubernaturas, alcaldías y Congresos locales, abundarán los inductores al voto, pretendiendo conseguir adeptos a cambio de una y mil dádivas.
Una práctica que antaño quizás con razón, única y exclusivamente se podría imaginar en las tácticas comunes del priismo, cada que se realizaba una elección en el país, pero sería ingenuo pensar que los demás órganos partidistas en México, no recurren en la actualidad a las mismas estrategias con sus modalidades propias si se quiere, pero en el fondo amoldándose exactamente al propósito de comprarse votos.
En los recientes comicios realizados en Coahuila e Hidalgo, las acusaciones sobre manipulaciones electorales interesadas en arrebatarle adeptos a la competencia política, se dieron mutuamente.
De tal suerte, que la técnica del famoso “frijol con gorgojo”, entendida como la menos cara como medio de seducción de los votantes, quizás no sea la más ocupada y exitosa habiendo otras más eficaces entre los electores a comprar, (desde apoyos en especie de un alto costo hasta llegar a las de plano burdas intentonas por comprar votos pensando que la gente se vende por cualquier bagatela), pero igual se podría incluir como parte de lo que, inequívocamente, en mayor o menor medida pueden utilizar los contendientes electorales.
“Con dinero baila el perro” es una cantinela en la que cree y de la que suele echar mano una buena parte de los que pretenden ampliar su cartera de votantes potenciales, aunque ciertamente, ninguno de los que compran votos de esa manera pueden tener la certeza de que no serán engañados por los electores que les reciben lo que les den y a la hora de sufragar votan por el candidato o grupo político que quieren.
Y ante dicha realidad con la que choca el afán de adquirir anticipadamente apoyos electorales en las urnas, los contendientes se han visto en la necesidad de adoptar nuevas tácticas como la de que los interesados en recibir algún beneficio le tomen una foto con su celular a la boleta que cruzaron con el nombre del candidato por el que se les pidió votar, a cambio de lo prometido. Comúnmente, dinero en efectivo
O sea, que para algunos interesados en esta práctica electoral amañada y deshonesta se ha hecho menester aquello de que “a chivo brincado, chivo pagado”, a efecto de que nadie les vea la cara, porque como dijera López Portillo: “no les pago para que me peguen”.
Algo que le sucedía recurrentemente al priismo al repartir apoyos a cambio del compromiso de votos a su favor, siendo que muchos de los que se beneficiaban aceptando el trato de votar por el PRI, a la mera hora y en secreto “le daban un palo” al votar por una opción electoral diferente.
Una doble actitud: la de tomarle al partido en el gobierno lo que quiera dar y votar por la oposición, era lo que los opositores proponían a los electores.
Y de ese doble juego electoral se tendrá que cuidar Morena, si no quiere que la oposición le aplique exactamente la misma receta entre los votantes, a resultas de la inevitable disputa por el clientelismo electoral.