“Políticos asesinos”
Freddy Sánchez martes 30, Mar 2021Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Ningún límite parecen tener en estos tiempos los criminales en México.
La ola de asesinatos ocurrida en los últimos meses, deja en claro que para los delincuentes metidos a “manosear” la nominación de candidatos a puestos de elección popular, las miras de sus crímenes cada vez ven más alto.
Y aquellos que todavía dudan que la osadía malévola de los grupos delictivos puede llegar a donde a estos criminales les venga en gana, baste recordar el asesinato del candidato priista a la Presidencia, Luis Donaldo Colosio.
Aunque, según ciertas especulaciones el atentado que lo privó de la vida, más que un crimen perpetrado por mafiosos, debió ser producto de un complot elucubrado en las propias esferas del poder, tomando en cuenta que en aquellos tiempos los grupos de la delincuencia organizada no se habrían atrevido a tanto.
El frustrado secuestro de Margarita López Portillo, casi dos sexenios atrás, figura en los anales de la criminalidad como un hecho delictivo contra personas relacionadas con la política, pero no se convirtió en detonador de una cadena de atentados promovidos por mafias criminales en contra de personajes de alto nivel en la vida pública.
Los delincuentes de antaño llegaron a secuestrar a importantes hombres de negocios, familiares de diplomáticos acreditados en nuestro país y recientemente a algunos otros personajes distinguidos de la sociedad o de la política, pero sin atreverse a matar a ninguno de alto rango.
Los crímenes que cegaron las vidas de un sinnúmero de militantes partidistas, en ejercicio de puestos de elección popular o postulados para llegar a varios de estos, se cometieron en un espacio de tiempo relativamente corto y reciente.
Las mafias, pasaron pues de masacrar a policías municipales, disparando más tarde su fuego asesino contra agentes federales y de las fuerzas armadas hasta que de plano llegaron a consumar sus crímenes contra personajes distintos de la política de diversos órganos partidistas.
De ahí que cabe preguntarse, si los victimados fueron hombres honestos que no se dejaron corromper por un grupo criminal y por eso se decidió privarlos de la vida o más bien se trataba de políticos coludidos con alguna banda de criminales y en represalia una organización delictiva distinta afectada de algún modo simple y llanamente optó por matarlos en venganza.
Sea lo que fuere, todo parece indicar que la delincuencia organizada que está metida en asuntos de gobierno, no reconoce límites para su conducta asesina y de seguir así las cosas los asesinatos políticos en territorio nacional pueden llegar a cualquier nivel jerárquico del poder institucional.
Quizás por eso, en las últimas semanas se ha hecho notar un importante reforzamiento en las medidas de seguridad que protegen al Presidente, lo que en algunos medios de comunicación y las redes sociales se hizo notar al dar cuenta de varias camionetas supuestamente blindadas como parte de los vehículos que participan en los recorridos presidenciales en las carreteras y poblados del país.
La contraparte sería naturalmente, la forma en la que Andrés Manuel suele recurrir a sus traslados aéreos en líneas comerciales, siendo parte de los viajeros comunes y disponiendo de escasa seguridad personal.
Es probable que con menos escoltas de protección que algunos gobernadores estatales o funcionarios e incluso familiares de estos que echan mano de guardias de seguridad para que los cuiden del riesgo de un atentado contra sus vidas.
Algo que se entiende en virtud a lo que está pasando actualmente con la delincuencia organizada que, obviamente, le perdió el miedo a dirigir sus balas criminales hacia cada vez más altos niveles del gobierno y la política.
En ese contexto. ciertamente existe un peligro latente para los que están dedicados a las actividades políticas, y más aún si sus adversarios interesados en algún cargo de representación popular, coludidos con criminales, se despojan del más mínimo escrúpulo y ellos mismos dictan la condena de muerte de algún competidor electoral, actuando como políticos asesinos.