De la violencia política a la farsa
¬ Luis Ángel García lunes 31, May 2021Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Más de cien políticos han muerto desde que se inició el proceso electoral en septiembre pasado y 35 candidatos a cargos de elección popular fueron acribillados durante las campañas. Como nunca creció la violencia política desde el artero asesinato de Luis Donaldo Colosio. Las autoridades no han hecho nada efectivo para detener estos crímenes, pero si alientan las farsas o montajes -que tanto critican en los opositores-, del dirigente nacional de Morena, que fingió de la nada un supuesto atentado con armas largas en el polémico Tamaulipas y de otros candidatos guindas que “milagrosamente” salen ilesos de supuestos ataques.
Hasta la titular de Gobernación avaló la falsa agresión al presidente de Morena y su comitiva, a pesar de que en la propia videograbación del celular de Mario Delgado no se aprecia ni el cerrón de los criminales ni se observan armas largas de los tres ocupantes de una pick up que aparentemente querían detener la marcha de los morenistas. El crimen organizado o sicarios de grupos políticos no anuncian sus agresiones ni piden decentemente detener un vehículo. Balean sin mediar palabra. Hay que recordar que la gira de los “morenos” fue muy accidentada desde su inicio. En un evento en auditorio cerrado, sus propios militantes los acusaron de vendidos, de rateros, entre otros calificativos, lo que obligó el término anticipado del evento partidista, de donde salieron entre insultos y jaloneos.
Tamaulipas vive momentos políticos importantes, ya que el gobierno federal, en un afán revanchista, ha victimizado al gobernador, a quien por venganza política quiere encarcelarlo sin muchos argumentos legales para acusarlo o desaforarlo. Más allá del obsequioso proceso que instruyeron los obedientes legisladores de Morena, no hay posibilidades de destituir al mandatario estatal. No crece tampoco la intención del voto en favor de los candidatos del partido en el poder, por lo que fue muy apetecible hacer el montaje de la supuesta agresión para ganar simpatías.
Independientemente de que es inmoral y reprobable políticamente recurrir a esos falsos atentados para distraer a la opinión pública y jalar reflectores, no se puede enrarecer más el ambiente político de unos comicios tan numerosos -por los cargos en disputa y por el alto padrón de electores-, e importantes para el futuro de la democracia. Cundió el mal ejemplo, porque a la tragicomedia de Delgado se presentaron dos o tres casos similares, como el del suspirante de Morena en Tlalnepantla, donde su vehículo presentó varios impactos y el “milagrosamente” salió ileso. Insisto, el crimen organizado o los sicarios de políticos rara vez fallan.
Lo que es una realidad es la violencia, los cien políticos asesinados, los 35 candidatos acribillados y los aspirantes secuestrados e intimidados. Pero el Presidente y su gobierno minimizan el hecho y hablan del amarillismo de los medios. Que poca sensibilidad tiene el mandatario. Lo que debió hacer es recriminar a su secretaria de Gobernación el haberse pronunciado ante la farsa y darle credibilidad. La responsable de la política interior no se manifestó en ninguno de los casos reales y sólo lo ha hecho protocolariamente para decir que el gobierno garantiza votaciones pacíficas, cuando han sido incapaces de brindar protección a periodistas o líderes sociales, además de estar en deuda con las víctimas de los desaparecidos.
Los mexicanos merecemos más respeto de parte de las autoridades y no solapar esos burdos sketches de vodevil barato. Que la verdadera violencia política no sea el preludio de sangrientas elecciones que atemoricen al votante y sirvan de pretexto para desconocer los resultados. Salgamos a sufragar para desenmascarar a estos farsantes.