El brillo de la ausencia
Alberto Vieyra G. miércoles 15, Sep 2021De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Brilló por su ausencia en las inundaciones que el huracán “Graces” dejó en Veracruz con saldo de varias personas muertas; en las inundaciones en Hidalgo que dejaron más de 20 muertos, entre ellos 17 pacientes en una Clínica del Seguro Social por el desbordamiento del río Tula; brilló por su ausencia en las desastrosas inundaciones en Ecatepec que arrasaban todo lo que encontraban a su paso y por último, brilló por su ausencia en el deslave del cerro del Chiquihuite que nos deja una lección digna de análisis.
Ni hablar, estamos ante el brillo de la ausencia de la máxima autoridad del país: El Presidente de la República que una vez más, nos da sobradas muestras de su insensibilidad política y humana. ¡Ah, pero eso sí, el Presidente estaba muy cerca del llamado “triángulo dorado” del narco y para más señas estuvo apapachando a los entrantes gobernadores de Sonora, Alfonso Durazo Montaño, y de Sinaloa, Rubén Rocha!
No es la primera vez que AMLO está lejos de los desposeídos y en los momentos en que sufren “las de Caín”. En las inundaciones de Tabasco del año pasado, AMLO no fue capaz de quitarse los zapatos y meterse al agua por temor a un resfriado, pero tampoco en la Línea 12 del Metro, donde las empresas constructoras y el gobierno que encabezaba Marcelo Ebrard en la Ciudad de México cometieron “un gran pecado de construcción”, que desembocaría la catástrofe que dejó casi 30 muertos y 80 heridos, según concluyó la empresa noruega DNV a la cual se le encomendó la investigación. Claro, hasta los niños saben que una construcción mal hecha, se derrumba.
A pesar de esa monumental insensibilidad humana, AMLO goza de una enorme popularidad que rebasa, según las encuestas pagadas por la presidencia de la república más del 50% de las preferencias ciudadanas. ¡Inaudito!
Recordaré que, en 1985, durante el terremoto del 19 de septiembre ocurrido a las 7 de la mañana con 19 minutos y 42 segundos, el entonces Presidente de extracción priísta, Miguel de la Madrid tampoco tuvo la sensibilidad humana para dejar la comodidad de la casa presidencial de Los Pinos e irse en mangas de camisa a rescatar muertos y heridos de entre los escombros. ¿Cuál fue el precio de esa insensibilidad política y humana? Casi nada: En las elecciones presidenciales de 1988, el electorado le cobró una carísima factura al PRI, a grado tal de que Carlos Salinas tendría que usurpar el poder presidencial, pues de los 20 millones de votos que le había garantizado Jorge de la Vega Domínguez, entonces jerarca nacional del PRI, a duras penas el llamado chupacabras obtendría escasos 10 millones de votos en lo que sería el más escandaloso fraude electoral y cuya caída del sistema se debió, en primer lugar, a Miguel de la Madrid y en segundo lugar, a su achichincle Manuel Bartlett, titular de la Secretaría de Gobernación y de la ya desaparecida Comisión Federal Electoral.
En prácticamente todos los casos, en que el Presidente de la República actual ha brillado por su ausencia, hay una clarísima negligencia criminal del gobierno. El desbordamiento del río Tula, igual que ocurrió en Tabasco con el río Grijalva ocurrieron por negligencia criminal y conchudez para desazolvar ambos ríos. En el caso del Hospital del IMSS en Hidalgo, hay sobrados testimonios de Protección Civil del Estado de que ocurriría tal desastre, pero se hicieron como que la virgen les hablaba.
Y el deslave en el cerro del Chiquihuite que involucra a los gobiernos del Edomex y de la Ciudad de México merece capítulo aparte porque ahí está la maldita partidocracia que históricamente ha lucrado electoralmente con los parias, a los que han ofrecido terrenos en donde ronda la muerte.