Triunfo de la corrupción
Freddy Sánchez jueves 30, Sep 2021Precios y desprecios
Freddy Sánchez
“Perdón y olvido” o “tengan para que aprendan”…
Qué podría haber atrás de aquella sorprendente declaración presidencial acerca de que no se perseguirá a los ex presidentes para que no se quieran hacer las víctimas.
Cuál fue el exacto significado de las palabras del presidente López Obrador. Porque muchas dudas se quedan en el camino de esa afirmación. ¿Se tratará realmente de un giro de trescientos sesenta grados en la lucha contra la corrupción de los ex presidentes?
Y por ello se estaría dando el cierre de la recolección de las acusaciones y el archivo de las que se formularon contra sus antecesores; la decisión de interrumpir las indagatorias y, prácticamente, declarar el no ejercicio de la acción penal contra los sujetos a investigaciones.
Una especie, pues, de “perdón y olvido” que ayudará a limar asperezas entre el actual jefe del Ejecutivo y los antiguos encargados de la primera magistratura, en aras de que se deje de entorpecer la gestión institucional de gobierno de una u otra forma por el temor al encarcelamiento de los “ex”, junto con sus colaboradores cercanos de alto nivel. O es que lo decidido viene a confirmar lo dicho reiteradamente por el Presidente, en cuanto a que “no es no fuerte la venganza”.
Y bajo el supuesto entonces de que a pesar de haber motivos personales para no tener ningún aprecio por políticos que en el pasado lo injuriaron y le impidieron llegar al cargo presidencial dos sexenios antes, (pensando que lo hicieron con las peores vilezas electorales), Andrés Manuel sencillamente decidió “perdonar y olvidar” los agravios, mostrando su generosidad.
Claro que otra suposición podría llevarnos a creer que eso de que no se les perseguirá a los ex presidentes “para que no se hagan pasar por víctimas”, se trata de una estrategia para que se confíen, en tanto se reúnen las pruebas de sus ilícitos y con toda formalidad se les pueda fincar responsabilidades penales para encerrarlos.
Y no sólo eso, sino también proceder a expropiarles cuanto bien hayan acumulado durante sus gestiones y no sean capaces de acreditar su legítima procedencia, sino que justamente al no estar en condiciones de demostrar un origen lícito de lo que poseen por sí mismos o a través de interpósita persona, con ello quedará demostrado que durante sus gestiones fueron esos inmorales pillos que se ha pintado de ellos durante la presente administración.
Qué mejor forma, pues, de dejar una constancia pública de que: “no somos iguales”.
En ese caso, además se estaría cumpliendo aquello de “tengan para que aprendan”, al haberles hecho creer a los ex presidentes que las acciones penales en su contra se habrían cancelado, siendo que se trataba de darse un tiempo para redondear las pesquisas en su contra hasta lograr su encarcelamiento por inmorales y corruptos, lo que se acreditaría con las pruebas correspondientes ante las instancias judiciales competentes.
Y de ese modo, probar que el Presidente no es un hombre de venganza, sino de intachable verticalidad al hacer valer las normas legales como debe ser cuando hay elementos para hacerlo sin permitir que nadie, quien quiera que sea: logre pasar por encima de la ley.
De tal suerte que con los ex presidentes en la prisión, desposeídos de riquezas mal habidas, innegablemente se le daría a la lucha contra la deshonestidad de los altos mandos en este país, un grado de autenticidad incuestionable debiendo reconocerse la inquebrantable voluntad presidencial de acreditar sus convicciones de absoluta rectitud en el ejercicio público.
Y en ese caso, la de antaño expresada “honestidad valiente” del jefe del Ejecutivo estaría evitado durante su mandato sexenal otro arrogante e impune triunfo de la corrupción.