¿La Cuarta Transformación?
¬ Francisco Reynoso jueves 30, Jun 2022Triple Erre
Francisco Reynoso
¿No son iguales?
Con los 51 migrantes muertos en un remolque de carga, 27 de ellos mexicanos, el presidente López ya debió darse cuenta que en su gobierno las cosas son tan parecidas como en las administraciones de Felipe Calderón y Enrique Peña.
En la cuarta transformación la corrupción es tanto o mayor que en los periodos neoliberales del PRI y PAN.
¿Cómo pudo el tráiler lleno de migrantes transitar por las carreteras de México sin que lo pararan los siempre hambrientos y voraces policías de la Guardia Nacional?
Exactamente igual como pasan, de allá para acá, los vehículos cargados con armas para los cárteles del crimen organizado.
Como pasan, de allá para acá, miles de automóviles americanos robados que se venden como “chocolates” en el mercado nacional.
Y es falso de toda falsedad que esos vehículos queden en manos de campesinos, maestros y de los pobres más pobres. La mayoría de los “chocolates”, ahora en proceso de regularización por decreto presidencial, están en manos de delincuentes que los utilizan para asaltos, secuestros y para hacer rondines a la hora de cobrar piso a comerciantes y tianguistas.
¿No son iguales?
Por supuesto que no. En el gobierno de la 4T son peores. Qué más pruebas quieren que los 51 cadáveres que esperan en la morgue de San Antonio a que sus parientes pobres puedan recogerlos y repatriarlos.
¿Cómo pudo el tráiler lleno de migrantes desplazarse libremente por las carreteras de México?
Es fácil de entender.
Durante mucho tiempo, el general del Ejército Mario Arturo Acosta Chaparro tuvo control sobre las policías de varios estados. Una de ellas la de Guerrero.
Puso, como jefe policiaco en ese estado al comandante Alberto Pliego, quien años después se convirtió en el “superpolicía” porque capturó, en 1998, a secuestradores desalmados y sanguinarios, como Daniel Arizmendi el “mochaorejas” y Andrés Caletri.
Pliego Fuentes contaba que a la entrada de Acapulco había una garita de la policía que vigilaba las 24 horas. Y todos los días él recibía una relación de números de placas de camiones de carga que sus elementos no debían ver y, por ende, dejarlos transitar libremente hacia el puerto.
¿Qué transportaban los camiones “invisibles”? Es fácil imaginar.
Esa miopía que ordenaba el general Acosta a su alfil policiaco es justamente la que permite que camiones, como el tráiler cargado de migrantes, circulen libremente por las carreteras del país.
Y no sólo por las del norte que llevan a la frontera con Estados Unidos. También en las del sur que salen de Chiapas y Quintana Roo hacia el centro de la República.
¿No son iguales?
El presidente López debe demostrarlo con hechos, no con fanfarronerías en las mañaneras.
Y le queda muy poco tiempo para hacerlo.
El México de todos los tiempos
Hambre y miseria, falta de trabajo y el abandono del campo fueron las causas esenciales de la tragedia de San Antonio, Texas, que otra vez coloca al México de la cuarta transformación en las primeras planas de los periódicos de todo el mundo. Y es que de los 51 migrantes que murieron asfixiados en la caja de un tráiler 27 eran mexicanos. Jodidos todos. El caudillo López reconoció que la desgracia de estos compatriotas, y de sus familias que quedan en el abandono, tiene que ver con la pobreza y desesperación que padecen por la falta de oportunidades en su país.
Lo juntaron para callarlo
La corcholata zacatecana cayó redondilla en el cuatro que le puso la nomenclatura de Morena.
Después de las denuncias públicas que hizo Ricardo Monreal porque en Morena no lo incluían en las pachangas electoreras, el domingo lo juntaron al borlote en Coahuila. La corcholata fresnillense estuvo en el presidium junto a Claudia Sheinbaum, Adán Augusto López y Mario Delgado, papas fritas del partido.
Supuestamente el mítin era de apoyo a los precandidatos al gobierno de Coahuila, pero el tema central fue el relevo presidencial del 2024.
Y en el rollito que le dejaron echar, la corcholata fresnillense también habló de la sucesión mientras los acarreados que le llevaron gritaban: ¡Presidente, presidente, presidente!
Y hasta le armaron su rima de campaña: “¡De aquí pa’l real todos con Monreal”.
Horas después Mario Delgado enseñó los colmillos.
Sentenció con dedicatoria inequívoca a la corcholata Monreal: “Ya no hay excusas para acusar de exclusión o sectarismo”. Y amenazó: “cualquier intento de división al interior de Morena será considerado traición”.