Un as bajo la manga
Alberto Vieyra G. lunes 13, Mar 2023De pe a pa
Alberto Vieyra G.
En 1920, el gobierno de Adolfo de la Huerta convenció a José Doroteo Ferman Arámbula, nombre real de Pancho Villa, para que depusiera las armas junto con su tropa de la División del Norte a cambio de entregarles la Hacienda de Canutillo, en Durango, para que el revolucionario se retirara a las labores del campo.
Pancho Villa se propuso hacer de Canutillo el gran laboratorio agrícola nacional, pero en febrero de 1922, recibió en Canutillo al periodista Regino Hernández Yergo, a quien invitó a que se quedará durante una semana en la hacienda. Todo cambió, se hicieron amigos y Pancho Villa hablaría más de la cuenta.
Hacía más de 2 años que el Centauro del Norte no tenía contacto alguno con ningún periodista. Se venía la sucesión presidencial y el general Villa se descartó para “la grande”, pero con una velada amenaza de que tenía “mucho pueblo” y que sería capaz de reclutar un ejército de 40 mil hombres en solo una hora, para apoyar la reelección de Adolfo de la Huerta como presidente de México, haría temblar a Plutarco Elías Calles y a Álvaro Obregón Salido, quienes secretamente ordenarían el asesinato del llamado bandolero divino.
Cuando el general Pancho Villa conoció Parral, Chihuahua, exclamaría premonitoriamente “Parral me gusto hasta para morir”, diría. Y ahí fue asesinado el 20 de julio de 1923, después de que un grupo de 7 complotistas lo estuvo “cazando” durante 32 días y sus largas noches.
A punto están por cumplirse 100 años, si, un siglo del asesinato de quien se convirtió en el alma de la Revolución Mexicana y desde entonces, Pancho Villa sigue siendo un personaje universal.
“Tengo mucho pueblo”, diría Pancho Villa al periodista Regino Hernández Yergo, igual que hoy alardea el presidente Andrés Manuel López Obrador para asustar a los conservadores de México, que en dos ocasiones: 13 de noviembre de 2022 y 26 de febrero de 2023 sacó a las calles de la Ciudad de México y de por lo menos en 100 ciudades de la República a un tsunami, un maremágnum o como dirían Pancho Villa y AMLO “mucho pueblo”, aunque haya salido a las calles sin líderes, sólo para exigirle a la Suprema Corte detener la antidemocrática e ilegal reforma electoral contenida en el “plan B” para desaparecer al INE y que el control de las elecciones en México lo tenga el gobierno amlista o morenista, como en los tiempos del viejo PRI.
Ese “mucho pueblo” asustó al Presidente, quien se burló de ese pueblo, cuyo líder pareciera estar enigmáticamente en secreto entre la sociedad mexicana y no pertenecer a ninguna de las lacras sociales llamadas partidos políticos que han sido rebasados por una sociedad que está viendo con mucha preocupación la destrucción del país que lleva a cabo AMLO.
Sí, AMLO se burló de ese “mucho pueblo” al que tildó de traidores a la patria, corruptazos, aspiracionistas, hipócritas, farsantes, racistas, mapaches electorales producto de narcogobiernos; a los intelectuales llamándoles orgánicos. Los periodistas y medios de comunicación que dieron cuenta de ambos maremagnum o de ese “mucho pueblo”, tampoco escaparon de su ponzoña que riega diariamente a través del púlpito mañanero de Palacio Nacional.
AMLO distrae todos los días con mentiras a su “pueblo bueno y sabio” que lo encaramó en la Presidencia. Ha proferido más de 101 mil mentiras y en su diaria perorata no suelta a Genaro García Luna como lo peor del pasado de los gobiernos conservadores, mientras que el país se le sale entre las manos y es víctima de la barbarie a cargo de los cárteles criminales que tienen como rehén a México y por los cuales, congresistas gringos exigen una ley para que los marines norteamericanos puedan entrar a combatirlos en México. Lo peor es que los gringos están en campaña electoral y AMLO también.