¿Y la gasolina ya cuesta diez pesos?
¬ Luis Ángel García miércoles 25, Oct 2023Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Una de las promesas del Presidente fue que, al arrancar su gobierno, la gasolina costaría diez pesos, lo cual incumplió y aunque ahora niega haberlo dicho, los videos con sus declaraciones lo desmienten. Para paliar el creciente incremento del precio del combustible, recurrió —como se hizo en el pasado—, a subsidiar el costo del energético, pero las finanzas públicas no resistieron la supresión del impuesto especial y se volvió a cobrar esa tarifa tributaria.
Una empresa de comunicación, la que ya no publica las mentiras o falsedades del inquilino de Palacio Nacional, llegó a contabilizar más de 15 mil falacias o verdades a medias en lo que va del sexenio. Todavía son memorables sus disparates de que lo más fácil era extraer el petróleo del subsuelo, sólo era necesario hacer un agujero en el suelo y sacarlo. Ese demencial argumento le ha costado a la nación 17 mil millones dólares y la refinería de Dos Bocas no ha producido un sólo litro de gasolina y mucho menos hará autosuficiente al país en materia energética. Hoy, el precio de la gasolina Premium ronda los 25 pesos y la Magna está entre 22 y 23 pesos —más del doble de la promesa incumplida—.
Pero no sólo es el elefante blanco en Tabasco, lo es toda la paraestatal, cuya deuda -impagable- asciende a más de 516 mil millones de pesos y no puede afrontar los vencimientos de la deuda a corto plazo, por lo que tiene que entrar al quite la Secretaría de Hacienda para cumplirle a los proveedores e incluso disminuir el porcentaje del gravamen a que está obligada la paraestatal. Pemex está quebrado, pero en el gobierno se niegan a reconocerlo. Así que será cada vez más cara la gasolina y se importará en mayor volumen.
Pero los pueriles argumentos para defender a las empresas paraestatales también se aplican para las obras faraónicas como el AIFA, el cual sería un aeropuerto de primer mundo cuando en realidad sólo es una instalación militar a la que se artificialmente se le da vida, con la obligatoriedad a las líneas aéreas de utilizarlo, aunque no tenga la infraestructura necesaria para operar; pero eso sí ya se incrementó la tarifa tributaria a las empresas aeronáuticas. Mientras tanto, todos los mexicanos pagamos el capricho de un gobernante sin tolerancia al fracaso, que se obsesionó con no dejar piedra sobre piedra del que sí iba a ser uno de los aeropuertos más grandes del mundo, un HUB de gran conectividad que iba a atraer inversiones extranjeras, provocaría más comercio y movimiento de pasajeros internacionales en conexión con otros países. Pero como Atila, el mandatario no dejó que creciera el pasto en el aeropuerto de Texcoco y literalmente lo inundó para que no se pudiera reiniciar la obra en alguna futura administración más sensata, además de poner el candado de la peregrina declaración de reserva natural protegida. Ahora pagaremos por generaciones los bonos que cobran los inversionistas por la indemnización que lograron por la obra no realizada.
Esos dos ejemplos hablan de la impericia que tiene la 4T para administrar a un país, su falta de conocimientos y experiencia para la administración pública, pero que afecta a más de 120 millones de compatriotas. No hay visión de Estado ni plan sexenal de gobierno; su proyecto político sólo percibe la perpetuación de la miseria a través de los programas asistencialistas y su manejo electorero. Pemex y la CFE no tienen salvación, pero se endeuda a la nación, como nunca, para inyectar dinero a esos barriles sin fondo. El financiamiento de su improbable rescate debiera destinarse a inversiones productivas y verdaderamente sacar de la pobreza a la clase trabajadora.