Cada loco con su tema
¬ Francisco Reynoso jueves 29, Feb 2024Triple Erre
Francisco Reynoso
A mitad de la película Zona de Interés, una joven señora preguntó a su marido: “¿Por qué el pueblo de Alemania le hizo caso a Hitler? ¿Por qué tanta gente buena se dejó manipular y aceptó crímenes horrendos contra los judíos?
Terminó la función, salimos de la sala y pude observar a la susodicha pareja. Él nunca pudo encontrar respuestas para las preguntas de ella?
Y la pregunta sigue volando: ¿Por qué la gente, gente de bien, racional, inteligente, noble y solidaria permite que lleguen a poder locos extravagantes, irracionales y con ideas perversas?
Hoy amanecimos con noticias de uno de esos seres raros de la política: Javier Milei, presidente de Argentina. Anunció que su gobierno prohibirá el lenguaje inclusivo y la perspectiva de género en toda la administración pública.
Significa que erradicará de dichos oficiales eso de: señoras y señores diputados, niñas y niños, a todos y todas, trabajadores y trabajadoras, argentinos y argentinas…
En resumidas cuentas, explicó el vocero presidencial, Manuel Adorni, se suprimirán innecesarias inclusiones del femenino en documentos oficiales.
¿Estos momentos de crisis económica, social y política de Argentina son los propicios para estas decisiones?
Y hace días leíamos informaciones procedentes de Estados Unidos sobre las actividades proselitistas de Donald Trump, el republicano que ansía regresar a la Casa Blanca para cobrar venganza de quienes lo echaron casi a patadas.
Nuevamente, el ex presidente y cuasi todopoderoso del Partido Republicano se ha echado encima de los migrantes, en especial de los migrantes mexicanos. Ya los ha catalogado como delincuentes y narcotraficantes y ahora Trump añadió que sólo llegan a Estados Unidos para envenenar la sangre del pueblo.
A sus adversarios del Partido Republicano, con especial dedicatoria al presidente Joe Biden, el empresario neoyorquino los ha catalogado como plagas siniestras y perniciosas a las que el pueblo americano debe aplastar y erradicar.
Donald Trump seguramente estará en la contienda electoral de finales de año y, si el pueblo estadounidense no reconsidera, podría llegar por segunda vez a la Casa Blanca y, como dice el gobernador de Zacatecas, David Monreal, que Dios y el Santo Niño de Atocha nos agarren confesados.
En México, con Andrés Manuel López Obrador, no estamos en un lecho de rosas.
El amo y señor de Morena y de la 4T está empeñado en desaparecer los órgano os autónomos, en especial el Instituto Nacional de Acceso a la Información Pública (INAI). Lo hace para que no haya forma de abrir asuntos que hieden a corrupción, como la construcción del Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles.
López Obrador quiere someter y poner de rodillas al Poder Judicial de la Federación y apoderarse de la mayoría calificada del Poder Legislativo para que el Ejecutivo, que él cree tendrá bajo su poder Claudia Sheinbaum, sea el poder omnímodo en México.
Pero el mundo está lleno de figuras y políticos como Javier Milei, Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador. Basta abrir los periódicos y ver los horrores que ocurren en diversas partes del mundo.
¿Qué le pide Putin a López Obrador?
¿Qué le puede envidiar Milei a Maduro?
¿Qué diferencias pudieran encontrarse entre Trump y Daniel Ortega?
¿Por qué los pueblos permiten que lleguen al poder gubernamental tipos como los citados?
Fuego a discreción
Este año, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador gastará 4 billones 384 mil millones de pesos en programas sociales. Para los que se entregan de manera directa se canalizarán recursos por casi 1 billón de pesos, monto que representaría 12% del PIB. Esas cifras saltan como resortes de colchón desvencijado ante las recomendaciones de la OCDE sobre la urgencia de recomponer la economía de México. Según Mathias Cormann, secretario de la OCDE, la corrupción en México es muy alta; México ocupa el lugar 31 en una escala de 100 países, donde el 100 es la mejor posición. Y el deficiente cobro de impuestos representa para el país 16% del PIB. Esto significa que entre el dinero que se recibe vía impuestos y el que se regala con fines electoreros no hay mucha diferencia. Así están las cosas. ¿A dónde vamos a parar?, preguntaría “El Buki”.
La verdad es la verdad
y no admite otros datos