Los organilleros, tradición que no debe “morir”
Luis Muñoz lunes 25, Mar 2024Segunda vuelta
Luis Muñoz
El gremio de organilleros o cilindreros en México es un grupo de trabajadores no asalariados cada vez más ausente de las calles de la ciudad, que se resiste a “morir” ante la indiferencia de las autoridades.
Se calcula que unos 500 organilleros sobreviven a duras penas, tocados frecuentemente por el infortunio que intenta apagar sus melodías.
Hace cinco años solicitaron a diputados locales considerar una regulación específica para ellos en la nueva Ley de Trabajo No Asalariado. Ahora, nuevamente son ignorados por el Congreso de la Ciudad de México.
En cuatro ocasiones, por falta de quórum, no ha sido posible sesionar para que la diputada Andrea Vicenteño Barrientos, de la Asociación Parlamentaria Izquierda Liberal, proponga ante el Pleno que el oficio de organillero sea considerado “Patrimonio Cultural Inmaterial”.
El hecho de no sesionar ocasionó que los integrantes de este gremio, que hicieron acto de presencia para atestiguar el momento, vieran afectados sus ingresos porque esos días dejaron de recorrer las calles con su pesada caja de madera de hasta 60 kilos, en busca de una moneda para el sustento de ellos y su familia.
Su origen proviene de Alemania
Aunque tiene su origen en Alemania, el distintivo sonido de los organilleros caracteriza la cultura urbana en México, Chile y Argentina.
¿Pero cómo llegó a Latinoamérica esta tradición que hoy enfrenta el desafío de sobrevivir en un mundo digital?
La revista Muy Interesante describe que aunque su origen se remonta a la Alemania del siglo XIX, en la que florecía la industria musical popular, éste robusto pero autómata instrumento se ha arraigado de manera profunda en la cultura mexicana hasta convertirse en una tradición de la música callejera.
Sin embargo, este oficio poco a poco tiende a desaparecer conforme la modernidad se apodera de la cultura urbana.
¿Quién a su paso por las calles del Centro Histórico no ha escuchado con verdadera nostalgia melodías como Cielito Lindo, La Cucaracha, Guadalajara, Las Mañanitas, La Bikina, Sobre las Olas, El Rey o Bésame Mucho…?
Pero pocos saben que equilibrado sobre una pata de madera, el organillo está compuesto por un órgano de tubos portátil y un sistema de engranes que ha evolucionado a lo largo de los años.
En sus inicios, el más común era mecánico, con un cilindro de madera y puntillas de bronce; luego surgieron los organillos neumáticos, que reemplazaron el cilindro por pliegos de cartón perforado con un mayor repertorio de melodías, mientras la música enlatada surgía como un medio cada vez más usado para almacenar canciones (una tecnología que, en siglos posteriores, daría paso a los discos de vinilo, casetes, CD y la digitalización actual).
El sonido característico de un organillo, distintivo de épocas pasadas, se produce al girar la manivela, lo que desencadena una serie de eventos mecánicos que generan notas musicales a través de los tubos.
El resultado es una melodía resonante y a menudo alegre que se propaga de manera clara y vibrante en el entorno, y su calidad puede variar según el diseño del instrumento. En Alemania, Francia y Suiza utilizaban monos amaestrado para pedir dinero. Quizá lo recuerde por algunas escenas en películas de aquella época.
Los primeros organillos, dice la revista, llegaron a Latinoamérica a finales del siglo XIX con los inmigrantes alemanes que establecieron negocios como “Wagner y Levien”, una casa de música en Ciudad de México que rentaba los instrumentos a quienes quisieran ganar unas monedas usándolos en espacios públicos o brindando servicios de serenata.
Surge la unión de organilleros
En 1975 se estableció la Unión de Organilleros del Distrito Federal y la República Mexicana, un sindicato compuesto por 120 miembros que se distingue por su uniforme caqui con sombrero, inspirado en el ejército de Villa durante la Revolución; también está la organización Unión Libre, que se identifica por su uniforme gris. Hoy, ambas afiliaciones enfrentan el desafío de mantener viva una tradición cuyos ingresos se han reducido (incluso más, a partir de la pandemia).
Así es. Los organilleros o cilindreros son tan solo uno de los grupos vulnerables fuertemente golpeados por la crisis que produjo la pandemia de Covid 19.
Desde entonces luchan por sobrevivir y es en estas circunstancias que la diputada Vicenteño Barrientos pugna por salvar a este gremio de su extinción y busca que trascienda como “Patrimonio Cultural Inmaterial”, junto a La Pirekua, que se ha venido transmitiendo tradicionalmente por vía oral, de generación en generación; un signo distintivo de identidad y un medio de comunicación para más cien mil purhépechas.