Laura Vignatti exige que la justicia mexicana “abra los ojos”
Cd. de México martes 23, Jul 2024
Pide una orden de aprehensión
- Asegura que están protegiendo a su agresor
La Fiscalía de Ciudad de México ha citado siete veces a Salvador “N”, pero él no ha asistido a ninguna de ellas. A pesar del desacato, este hombre acusado de actos de violencia graves, abusos, amenazas y privación de la libertad, sigue libre.
“Deberían haberle dictado orden de aprehensión desde la tercera o cuarta audiencia que no asistió, pero aquí estamos, en la séptima y él sigue libre, por lo que hay ahí también actos de corrupción”, denuncia la víctima de Salvador “N”, la actriz Laura Vignatti, quien ha decidido, luego de un largo proceso de rehabilitación física, sicológica y emocional, denunciarlo penalmente para buscar justicia.
“A mí no me van a parar”, dice Vignatti con una determinación que es todavía más admirable al saber que la denuncia penal ya lleva un año en los tribunales y que una juez ha preferido proteger a Salvador “N”, que cuidar la vida de Laura.
Vignatti llegó a México desde su natal Argentina para hacer carrera de actriz. Su popularidad estalló gracias a su personaje de Daniela Córcega en la telenovela “Mi marido tiene familia”, en Televisa. Su éxito siguió con “La mexicana y el güero” y “Amor dividido” pero en 2023, mientras grababa “Mi secreto”, su vida cambió de manera radical
En octubre de ese año comenzó una relación con Salvador “N”, quien a los dos días de conocerla ya le había presentado a su madre, y a la semana ya se había hecho un tatuaje enorme con su nombre.
De manera vertiginosa, Laura de pronto se vio atrapada en una relación en la que Salvador “N” la violentaba de manera sicológica: “Me aisló de mis amigos porque, según él, todos querían conmigo, todos me querían ver la cara, todos querían intentar estar conmigo”.
La violencia física fue el siguiente paso y tuvo su punto más crítico el 24 de diciembre, cuando Salvador “N” la atacó y la encerró en la recámara donde vivían.
“Me pega con el puño en la cabeza, en el cuerpo, me empuja, me jala de los pelos, me arranca la mitad de los pelos”, narra Laura, quien vivió ese infierno durante dos meses con golpizas diarias, hasta que un día logró escaparse de su agresor.
A los dos meses, Laura aprovechó un descuido para huir de la casa, pero al tratar de salir de la unidad habitacional, el guardia de seguridad le dice con frialdad: “lo siento señorita, no puedo dejarla salir”.
Laura Vignatti iba descalza, golpeada, con la nariz fracturada y sangrando. Ese día, Salvador “N”, en su desesperación para que ella volviera a entrar en la casa, destruyó el auto de Laura. Finalmente, y con ayuda del padre de su agresor, la actriz logró huir y se fue de México.
Con ayuda sicológica y siquiátrica, Vignatti se recuperó físicamente y se reencontró a sí misma en el aspecto emocional. “Me di cuenta de que podía salir a caminar a la calle y que había una vida normal”, explica al recordar el secuestro al que la tenía sometida su ex.
“Cuando regresé a México, yo dije: ‘a mí no me vas a parar, no voy a dejar que me sigas haciendo daño a mí ni a otras mujeres’”. Ahí comenzó la búsqueda de justicia.
Sin embargo, ha sido un año largo y tortuoso para Laura Vignatti debido a la nula celeridad de la autoridad mexicana. “La jueza, una mujer, está protegiendo a esta persona teniendo pruebas muy fuertes de todo tipo y no giran orden de aprehensión. Hay un tema de corrupción muy fuerte ahí y por eso es que yo decido hacer pública toda esta situación para que la justicia abra los ojos”.
Entre otras cosas, a través de su cuenta de Instagram, la actriz ha revelado el rostro de su agresor. También ha exhibido audios en los que la amenaza con sembrarle droga y fotos en las que muestra las huellas de la brutal violencia de la que ha sido víctima.
Hoy, a un año y dos meses de la denuncia y a pesar de la corrupción que denuncia, la convicción de la actriz sigue firme: que su agresor pague ante la justicia lo que ha hecho.
Con ayuda sicológica y siquiátrica, Vignatti se recuperó físicamente y se reencontró a sí misma en el aspecto emocional. “Me di cuenta de que podía salir a caminar a la calle y que había una vida normal”, dijo