Claudia tiene al enemigo en casa
¬ Francisco Reynoso jueves 29, Ago 2024Triple Erre
Francisco Reynoso
Con la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y a 300 mil o 400 mil pesos de tenerla en el Senado, habrá quien diga que el sexenio de Claudia Sheinbaum será de miel sobre hojuelas.
Quienes piensen así están picando chueco.
Ciertamente, la señora Presidenta tendrá una oposición sin filo y con liderazgos sin base social, sin credibilidad ni solvencia moral. Como en los tiempos del viejo PRI hegemónico, los grillos del PAN, PRI y Movimiento Ciudadano gritarán, acusarán, se tirarán al piso para patalear y hacer berrinche, pero nada pasará.
A la mayoría aplastante, como dice Andrés Manuel López Obrador, la harán lo que el viento a Juárez.
Sin embargo, este escenario muy parecido al del sexenio de Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) —el Revolucionario Institucional ganó 175 de los 210 diputados que formaban la cámara baja y 60 de los 60 senadores de la República— no le garantiza control absoluto a la doctora Sheinbaum Pardo.
Con la mayoría calificada en San Lázaro y a 300 mil ó 400 mil pesos de tenerla en el Senado, la señora Presidenta podrá enfrentar sin problemas los reclamos que le hagan, entre otros grupos, los familiares de los normalistas de Ayotzinapa, que se dicen decepcionados de López Obrador; los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, afectos a bloquear carreteras y las vías del ferrocarril; los padres de los niños enfermos de cáncer; los jueces y magistrados y empleados de alto nivel del Poder Judicial de la Federación; las familias de las 100 mil personas desaparecidas o de los mineros sepultados en Pasta de Conchos.
Para estos reclamos y los que hagan Claudio X González y Mexicanos contra la Corrupción, Pepe Woldenberg o Lorenzo Córdova o los intelectuales a los que López Obrador ha tratado con la punta del zapato y la Cuarta Transformación los arrinconó en la jaula de los animales leprosos, la Presidenta tendrá respuestas sin despeinarse.
Otros serán los problemas que pongan en jaque al gobierno de Claudia Sheinbaum. Y serán los que le generen desde dentro de su casa… desde el serpentario de Morena.
Porque está claro. Y ya se vió, y ella lo debe saber perfectamente bien, el enemigo, o los enemigos más peligrosos los tiene entre sus más fieles colaboradores y entre sus amigos de lealtad a toda prueba.
Al viejo PRD la guerra interna fue la que lo mató. Cuando empezó a tomar fuerza, a ganar elecciones, a contender por la Presidencia de la República, sus tribus provocaron la división, los pleitos, las deserciones, las traiciones y finalmente la destrucción que este año terminó por borrar del mapa político al partido del sol azteca.
Morena, derivado del enorme poder político que acumula, está lleno de tribus. A simple vista operan las de los ex candidatos a la Presidencia: Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal, Adán Augusto López y hasta de Gerardo Fernández Noroña.
En la constitución de la bancada en la Cámara de Diputados se pudo ver que la unidad está prendida de alfileres. Ricardo Monreal, previo compromiso de López Obrador, fue designado coordinador del grupo parlamentario. Sin embargo, otros ya se preparaban para darle “golpe de Estado”, entre ellos el también zacatecano Alfonso Ramírez Cuéllar y Dolores Padierna.
Y si las coordinaciones ya generaron pellizcos y patadas bajo la mesa, qué vendrá en la primera elección intermedia del sexenio de Sheinbaum. Porque no sólo se elegirán diputados federales, sino también 15 gobernadores.
Se jugarán en las elecciones de 2027 las gubernaturas de las dos Baja California, Guerrero, Chihuahua, Nuevo León, San Luis Potosí, Campeche, Sonora, Tlaxcala, Sinaloa, Querétaro, Nayarit, Michoacán y Colima.
Estarán en juego las dos joyas de la corona del PAN y la perla de Movimiento Ciudadano. La rebatiña entre las tribus de Morena será incontenible y puede pronosticarse que la futura presidenta Luisa María Alcalde querrá repartir el queso, según convenga a los intereses del exiliado en Palenque y no de la jefa de jefas del Palacio Nacional.
En su discurso en el Teatro Metropólitan, cuando recibió la constancia de mayoría y de Presidenta Electa del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Claudia Sheinbaum hizo la sugerencia, como última referencia a su partido Morena y al movimiento político, que se eligiera al sucesor de Mario Delgado en septiembre.
Porque —destacó la Presidenta— deja ya de representar a la militancia de Morena y al lopezobradorismo de la 4T para representar a todos los mexicanos, a los que votaron por ella y a los que votaron por Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynez y a los que no votaron.
Esa decisión de separar a Morena del gobierno federal parece muy razonable, aunque nadie la cree, y menos las tribus del partido y de los partidos aliados.
En Palacio Nacional, con Claudia Sheinbaum en el escritorio de la primera magistratura, se seguirán tomando las decisiones partidistas, como con López Obrador, como en Peña Nieto, como con Felipe Calderón.
El problema de la presidenta Sheinbaum es que parece que no tendrá el dominio absoluto que ha tenido López Obrador. Y que le pueden crecer los enanos.
La verdad es la verdad
y no admite otros datos